Monday, April 11, 2016

Epístola de pulcra metafísica

Por Ignacio T. Granados Herrera

Querido amigo:

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En realidad, lo que quiero es describir el estado de euforia en que me encuentro, a causa de una simple nota al margen; que, formando parte de uno de mis estudios filosóficos, explica la diferencia entre los principios físicos y los metafísicos. Lo que consigo con eso es sistematizar esta diferencia, que siempre ha sido ambigua y por ello problemática para la filosofía; hasta ahora simplemente se había esquivado su importancia, por la irrelevancia gradual que ha ganado a los problemas metafísicos en la filosofía y la filosofía misma; pero su importancia sería capital, porque podría restablecer esa relevancia original, al corregir el exceso del positivismo moderno, que es el que habría afectado a la filosofía en su desarrollo histórico.

Al conseguir esta sistematización, establezco una prueba lógica —obviamente no es posible una prueba testimonial— de la validez de los trabajos aristotélicos sobre metafísica; que serían negados por el positivismo moderno, como un accidente filológico en la compilación de los libros de Aristóteles por Andrónico de Rodas; alegando que sólo se trataba de los libros posteriores (meta) a los de la física, como en realidad puede haber sido. En efecto, el nombre de libros de metafísica no es aristotélico sino adjudicado por Andrónico, y Aristóteles nunca esclarece un objetivo singular de los mismos; no obstante, serviría como base para un conocimiento sistemático de valor referencial, que establecería con esto la función nominal de la epistemología, como un mejoramiento del idealismo clásico de Platón.

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Esta incomprensión sería la que llevara a la filosofía a estancarse en esa suerte de guerra que fue el debate de los universales; y que habría sido entonces una falsa confrontación, como siempre ocurre con las confrontaciones al final; y que ahora se podría por fin dilucidar, recuperando esa pertinencia de los universales para el conocimiento filosófico, y de la filosofía para la comprensión de la realidad. Esto último se vería hasta en la confirmación de la legitimidad de Hegel, que es aceptado como autoridad pero no comprendido; hasta el punto de que aún se le acusa de simple oscurantismo lógico, por causa de la impenetrabilidad —a falta de estas referencias— por el convencionalismo pedagógico que todavía hunde a la filosofía.

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Más aún y como parte de ello, esta sistematización me facilita el ajuste crítico de los excesos idealistas del Materialismo histórico; que provendrían de la misma derivación de Hegel hacia el idealismo absoluto por su falta de referentes críticos suficientes en el Realismo; como esa insuficiencia inicial, por la que el Idealismo siempre tiene que generar este referente propio, en la forma de un falso realismo. Como ves entonces, se trataría de uno de los momentos fundamentales de ese ajuste del materialismo histórico; que a falta de mejor nombre llamo como Neo-marxismo, aún a conciencia de que es un nombre muy poco feliz, pues tiende a confundirse con el exceso de superchería ideológica. Eso es sin embargo un problema secundario, que no se puede comparar a esta experiencia de comprender por fin un aspecto de la realidad; un momento tan exultante que sólo se me ocurre compararlo con el momento en que Noé le dice a Dios que quiere verlo y este accede a mostrarle su espalda.

Sólo eso.
Amén

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