Sunday, August 13, 2017

Get in, o del racismo en Estados Unidos de América


Una película de soft horror como Get out, se recrea en las trampas del racismo liberal, sinuoso y ladino; porque como principio, es cierto que el liberalismo es más insidiosamente racista que el conservadurismo. La prueba está en cómo fue la capacidad individual para superar sus dificultades —incluida la racial— la que permitiera figuras como Collin Power y Condolezza Rice; mientras que en el lado supuestamente liberal, sólo a fuerza de blanqueamiento pudo Barack Obama sobreponerse a la dinastía Clinton. Pero eso es sólo como principio, pues en la realidad es una falacia reconocer al Partido Demócrata como liberal; cuando en realidad es sólo el partido de una oligarquía, que sólo se diferencia de la republicana por el elitismo cosmopolita.
No obstante, el problema racial en los Estados Unidos es de carácter antropológico, no meramente político; y reducirlo a su confluencia en la fundación del Partido Demócrata  —que es circunstancial— es también otra falacia. En estos momentos, el racismo es un elemento aleatorio, que sólo se hace más visible —pero no más real— entre los republicanos; por la confluencia en ellos de las aspiraciones de una gran masa marginada por el desarrollo acelerado y cruento, impuesto por el falso liberalismo. Pero sobre todo, es también una falacia afirmar que Trump ganó con el voto republicano, cuando lo que hizo fue sólo hacerse con esa candidatura; exactamente como hizo Bernie Sanders con los demócratas, para luego apelar a las facciones más extremas y menos representadas del partido, como estos.
No hay que engañarse con la retórica artera y manipuladora, los republicanos son tan falsos conservadores como los demócratas falsos liberales; y el mismo presidente Trump es un demócrata de toda la vida, que sólo optó por esta retórica cuando ese partido fue tan lejos como para nominar a Obama (el falso blanco) por sobre la Clinton. Curioso que no haya habido un pronunciamiento por parte de los Clinton sobre la violencia reciente, puede que amparados en su distanciamiento elegante; de Obama no asombra la finta con que cita a Mandela, eso es también retórico, y es lo que se puede esperar de su oportunismo.
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El discurso incendiario usada por Trump es el responsable de estas tensiones, dando la razón a la oligarquía demócrata que nos amenazaba con su presidencia; pero esto es al menos la realidad, no la paz de atrezzo con amenazas veladas que habríamos vivido en un mandato de la Clinton; ahora todos tienen el rostro descubierto, desde los demócratas tratando de pescar en río revuelto, hasta los republicanos que se niegan a jugar en esa farsa. Al final, ningún político representa otra cosa que sus propios intereses, lo demás es idealismo y manipulación de masas; y lo inteligente es votar a aquellos cuyos intereses coinciden con los propios de cada quien, que así puede ser representado de veras. 
Fuera de eso, no queda sino el insulto sordo ante tanta manipulación insensible, que se recrea en la irresponsabilidad primera del presidente; pero siempre queda la esperanza del tiempo, que impone la perspectiva y a cada uno en su lugar. Lo cierto es que América ha avanzado mucho desde que ganara la guerra de secesión, y jugar con esto es sólo un acto irresponsable; pero por sobre toda cosa, se podrá dificultar el avance, pero es muy difícil impedirlo, porque eso es lo propio de la historia y esta es la que es la vida real.

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