Una vez más ArtSpoken de Miami triunfa en el VI Festival de teatro
hispano de New York, donde consiguió seis premios; y la ocasión es buena para
recordar que mantener una presencia activa en el teatro local es posible y
tiene su recompensa. Claro, para eso hay que tener en claro cuál es la
recompensa y valorarla por lo que es en sí misma y no por lo que uno pretende;
sobre todo si pretende encerrarse en su burbuja artística, en una especie de
culto a su propia especialización, ignorando que es la realidad quien premia o
castiga. Lo más notable en este caso es que bajo la dirección de Yoshvani
Medina, ArtSpoken es de todo menos populista; demostrando también que es
posible un equilibrio mesurado, en que sin hacer concesiones a la vulgaridad se
siga haciendo teatro para el público y no para uno mismo.
De hecho, todo esto pone las cosas en perspectiva, y demuestra que hacer
teatro para el público es la única forma de hacerlo para uno mismo; al menos
con esa consistencia suficiente como para que se le pueda medir por el impacto
real que tiene en ese público, como el espejo sobre el que uno entonces
reflexiona más que proyectarse. El Festival de Teatro Hispano de New York es
patrocinado por el Comisionado Dominicano de Cultura en los Estados Unidos; que
como una entidad gubernamental de la República dominicana, muestra así el
enorme interés de su país en el desarrollo de su cultura. No obstante, aunque
haya que establecer las diferencias, sirve de parámetro para el reconocimiento
de toda la cultura hispana en los Estados Unidos; que en definitiva será el
marco que le sirva de referencia, probando también que no hay pragmatismo mayor
que la generosidad.
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Eso debería sentar pautas a nivel local, siquiera por las posibilidades
de desarrollo que abre para un circuito teatral propio; que de hecho ya existe,
establecido desde hace tiempo alrededor de ese emblema también local que es la
Eight Street de Little Havana; pero en dispersión constante, por esa
inestabilidad en que sus autores no consiguen granjearse la confianza del
público. De nueva York vienen las señales, de que no es el triunfalismo lo que
salva sino la humildad y el tesón; algo que Yoshvani Medina conoce muy bien,
por muy paradójico que parezca, como bien prueba su consistencia.
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