Sin dudas, la singularidad de las escuelas
menores de Atenas no consistiría precisamente en ser posteriores a las mayores;
el cinismo es contemporáneo con estas y exhibe su propio linaje directamente
socrático, paralelo entonces al idealismo platónico, al que trascenderá
incluso. Esta singularidad consistiría en que su preocupación no es
primeramente epistemológica sino ética, y por tanto no elaboran una gnoseología
propiamente dicho; que sería la razón por la que esas escuelas mayores
ensombrecerían al Cinismo en sus avances, aún si este las trasciende luego por
su propio interés ético. De ahí que las otras dos escuelas menores que son el
Hedonismo y el Estoicismo respondan respectivamente a la sensibilidad
distintamente desarrollada por esas escuelas mayores; como una exponenciación
de su respectiva materia, como un alcance de la misma que explicaría
derivaciones posteriores. Tal sería, por ejemplo, la razón del estoicismo
implícito a la ética cristiana, proveniente del origen platónico de su
teología; dada a su vez por la sistematización última de su patrística con el
neoplatonismo del trasfondo maniqueo de San Agustín; así como la amenaza a esta
sistematización epistemológica por los avances del Realismo tomista, en los
alcances implícitamente hedónicos de su ética; como se verá posteriormente en
las elaboraciones de la escuela jesuítica sobre esta tradición del Realismo tomista,
y que la llevarían a esa postulación de la Casuística, de carácter abiertamente
neohedónico.
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