Thursday, April 14, 2016

Apostólica, acerca de la disidencia cubana

Por Ignacio T. Granados Herrera

Como en la foto junto a María Mantilla, Martí se muestra paternal con la patria, a quien quiere modelar en su ideal; como la chica, la patria es un enigma ante la presión filial, y Cuba es así constreñida al ideario del patricio; un país con vocación de bienestar burgués, pero obligado al romanticismo esforzado e incómodo, es necesariamente neurótico y mezquino en su venganza. No deja de ser curioso que la tradición cubana apele constante a un discurso nacionalista, pero que sea el extranjero el que siempre deba pacificarle esta contradicción; revelando una incapacidad, que por lo recurrente ya se podría decir que ontológica. No sólo tuvo que existir el dominicano Máximo Gómez, para lograr que el idealismo martiano se mal complementara con la necesidad dada en Antonio Maceo; todos ellos eran también poco representativos de la voluntad nacional, más avenida al autonomismo, pero doblegada en la pasividad de esta opción política suya. La contradicción entonces no es ya directa y funcional, entre el apóstol y el titán, sino que es estructural; es decir, es entre la voluntad incluso irracional de una élite que impone su liderazgo, y una realidad renuente al mismo, como un novio que regala flores a la novia… que no se entera.

En algo parecido consistiría la nueva coyuntura, siquiera como alegoría de esa contradicción subyacente y tenaz; que no es entre dos tipos de liderazgo ni mucho menos propuestas concretas, sino entre la voluntad de representación de una élite de suyo intelectualista, y su propia incapacidad ya proverbial para dicha representación. Eso podría ser lo que explique la inadecuación del movimiento disidente cubano, y por ende su poca efectividad; si en definitiva, la fundación patriótica martiana necesitó de la estrategia de tierra arrasada del extranjero (Gómez) para afianzarse; y esta violencia inicial, inconsecuente ya con la propuesta misma, verterá inevitablemente constantes dudas sobre la consistencia de los resultados. Así también, la poca capacidad de representación del disenso cubano vuelve a extender su sombra sobre la actualidad del país; y aún como entonces, este liderazgo seguiría obviando esta renuencia nacional en su propia voluntad, que así es de autorrealización; individual —no nacional— y poética, como ese vicio iniciático del martianismo en que se funda… falaz.

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