Monday, April 18, 2016

Carta abierta a Albertico Pujol

Internet es un espacio intemporal, en el que las cosas pasan cuando te las tropiezas y te afectan; lo que no es malo ni bueno, si al fin y al cabo es sólo una extensión virtual de la realidad, que tiene sus propias reglas. Lo que, si no cambia en ninguna realidad, virtual o no, es el sentido de la dignidad y la suficiencia; es decir, el honor y la grandeza, por la cual las personas viven de acuerdo a determinados principios y es consecuente con ellos. El mejor ejemplo de eso es la diáspora cubana, que ha debido mediar en la fractura de la cultura nacional; con contradicciones graves que dibujan nuestra evolución, desde la radicalidad comprensible de un exilio histórico a la conciliación de una simple diáspora. En todo caso, la generación nacida entre los años sesenta y setenta del siglo pasado ha tenido que hacer sus propios equilibrios; y distanciándose de todo, mantener el amor a los recuerdos de una juventud que todavía vivimos como si no hubiera pasado el tiempo. Eso se debe a que el problema es de identidad, y defender nuestra experiencia de juventud es defendernos a nosotros mismos; y parte se ese combate es la lealtad a nuestros artistas e ídolos generacionales, que como un espejo de nosotros mismos nos reflejaban en nuestros propios problemas. Por eso, cuando no hace mucho me tropecé en uno de esos freaking show de Miami con Albertico Pujol y Carlucho, puse mucha atención; no era curiosidad, era terror de ver a uno de los más grandes actores de esta generación que se degradara hasta llegar al nivel de nuestra televisión local.

Ahora se juega con la posibilidad de hacer en Miami una especie de saga del serial policíaco Su propia guerra (Ver); que no esa ni con mucho uno de los seriales que más nos representó, y que tenía una función abiertamente propagandística. No se trata de acusar o no a los artistas cubanos, pues todos los que atravesamos esa época sabemos que nadie puede tirar piedras; pero todos hemos salvado nuestros abismos personales con más o menos alguna dignidad. En aquella entrevista entre Carlucho y Pujol, el primero le recordaba al otro lo despectivo que había sido una vez respecto a su futuro artístico; y en una muestra de suprema mezquindad, haciéndose el generoso lo humilla ofreciéndole su espacio de freaking show de Miami para que resolviera. Una de las experiencias más tristes de la diáspora es ver cómo se desagua nuestra fuerza profesional, incapaz de insertarse en la ferocidad del mercado al que emigraron; y junto a historias de éxito en la mediocridad como la de César Evora, ha habido bajas más o menos dolidas pero comprensibles, como la de la canta Tanya, y retiros dignos como el de Luisa Pérez Nieto; y todavía se puede integrar una de esas pequeñas trooupes de teatro, que en la precariedad salvan toda la dignidad que le falta al mundo..

Lo que sería imperdonable es que bajo cualquier excusa artística, un talento enorme como el de Albertico Pujol condescienda a este mercadillo de burlas que es la nostalgia cubana; en la que medra la seguridad del estado casi abiertamente, y el gobierno de la isla nos sigue chantajeando por nuestra incapacidad para romper amarras. Albertico Pujol puede asentarse en Miami por el motivo que quiera, pero no tiene derecho a decepcionarnos con esta incapacidad suya para realizarse; y hay mucha gente aquí que lleva su frustración profesional con mucha dignidad, porque sabe que traicionándose a sí mismo nos traiciona a toda su generación; siquiera con esta desesperación con que tratan de montarse en el vagón de la reconciliación entre gobiernos como si fuera su último tren. En todo caso, Albertico Pujol, que es grande entre los grandes, debe recordar el matadero ridículo que fue Cubana de Televisión; pero por sobre todas las cosas, que no nos humille humillándose a sí mismo de esa manera, que el Tabo no necesita redención, si al fin y al cabo era solo un personaje.... o quizás no lo fuera y el actor nos engañó?


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