Por Ignacio T. Granados
Una de las dificultades de la
cultura política cubana contemporánea es su anclaje en el miedo, lo que es
natural luego de más de medio siglo de trauma en ese sentido; y aún la misma
cultura política norteamericana, que no conoce ese trauma, se ancla en ese
miedo a toda forma de socialismo. Habría que entender que el socialismo es más
bien el proceso por el que la sociedad evoluciona paulatinamente hacia su mayor
eficiencia política; con un sistema de redistribución de bienes, que sin caer
en la confiscación de la propiedad permita relaciones cada vez más justas y
armónicas entre los distintos actores políticos. Ese sería el significado del
senador Bernie Sanders en el contexto de la política norteamericana contemporánea; con la salvedad de que incluso como
contendiente a la presidencia del país ni siquiera cuenta con un partido
propio, y ha de retar al propio liberalismo desde el Interior del partido demócrata,
que es por el que se postula.
En estos momentos, Sanders quizás
sea el fenómeno más interesante de todo el contexto político norteamericano; no
tanto por el atractivo que pueda tener, con un programa político más lleno de
ansiedades y dificultades por adelantado que propuestas concretas, pero sí por
las contradicciones que pone de relieve en ese contexto suyo. En efecto, lo que
Sanders ha tenido siempre en contra es su radicalismo ideológico, en una tradición
que desconfía de los discursos iluminados en su pragmatismo; pero es justo que
ese contexto suyo se ha deteriorado tanto que se ha contraído a las más puras
contradicciones religiosas, como una pugna entre extremos radicales, que tratan
de apropiarse de la función mediadora de las élites políticas; ya que estas
habrían abandonado esta función estructural, poniéndose directamente al
servicio de las élites económicas, que así subvierten subrepticiamente la
estructura total, en una tendencia al corporativismo neofeudal.
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Como prueba, el video en que Sanders enfrenta
a Allan Greenspan (Ver aquí), entonces presidente de la FEED, en pleno esplendor
neoliberal; y la convicción con que Greenspan responde, pasando haciendo caso
omiso de las cautelas morales que le opone el senador; para justo reconocer más
adelante que estaba equivocado, pero cuando ese error ideológico arruinó a la
clase media y secuestró la economía nacional, entregándola atada de pies y
manos a las corporaciones. Es por eso que Sanders no es ni por mucho un peligro
socialista, que tendría que enfrentar y superar al mismo liberalismo de la
clase media; sino que incluso como presidente sería sólo la referencia radical
necesaria para equilibrar una estructura demasiado sesgada al falso
conservadurismo con que las élites económicas tienen secuestrado al país, para
ponerlo al servicio de su egoísmo.
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