Nobody is perfect!

A NDDV

Una absurda controversia acerca del racismo cubano terminó con ese bocadillo espectacular de Algunos prefieren quemarse; cuya espectacularidad radica en el gracioso desdén, con el que uno de los personajes aceptaba la extraña situación en que había caído. Sólo que ese no era el caso, y por tanto el desdén era forzado y no gracioso, como la misma suficiencia que trataba de reflejar; porque el problema con las controversias entre cubanos radica en esa esencia de absurdo, por el que se alargan en un intercambio de argumentos más o menos falaces. De hecho, eso es lo que hace absurda toda controversia entre cubanos, la irremediable insolución a que conducen; partiendo de la tozudez, en la que una parte se niega a reconocer que se haya equivocado.

Por supuesto, nadie tiene autoridad para dar lecciones a nadie, y cualquier atisbo de suprematismo moral es culpable hasta por principio; pero también la ignorancia se hace culpable cuando insiste en no reconocer una obviedad y acceder a ese mínimo de bondad que hace graciosa a la gente, por la decencia. Ese es el problema de fondo, que alimenta de absurdo cualquier controversia entre cubanos, arrobados todos ante sus espejos; en los que practican poses de intelectual moderno, sin darse cuenta de que ya es la postmodernidad, y que el poder de internet los ha vuelto banales a todos.

Es por eso que el bocadillo mantiene su genialidad en la recurrencia, aunque no como gracia sino como ritornelo fatal; como un karma, por el que el país no es ya un caimán, sino que figura una serpiente en su cultura, condenada a morderse la cola en la continuidad. También, dado que la imagen se retuerce, puede aceptársele así y seguirle el juego en unza trenza tejida por sus propias manos; con la imagen de un Jack Lemmon respondiéndose a sí mismo en la voz de Joe E. Brown que se gusta en su travestismo. If it sounds crazy it’s because it’s crazy, and that’s why the movie own its success to its plot more than to its characters; it’s true after all, some like it hot.