Monday, December 7, 2015

El desdén de Diógenes

Por Ignacio T. Granados Herrera

La ataraxia será la diferencia que indique una mayor madurez en la ética de Epicuro respecto a la de Aristóteles; si bien la de Aristóteles marca el hito sobre la que puede desarrollarse la epicúrea, como su máxima y mejor organización. El concepto de Ataraxia como fin ético es anterior incluso a Aristóteles, siendo desarrollado por los cirenaicos como escuela menor de los socráticos; pero como una mera intuición a la que conduce ese razonamiento socrático, que es la apoteosis misma de un primer desarrollo de la filosofía.  Como una intuición al fin, su valor es sobre todo moral y trascendente, no práctico ni racional; no importa si los que la postulan se definen a sí mismos como amorales, en su suprematismo. Respecto a ellos, Aristóteles significa una postulación positiva que modera ese suprematismo; pero como una derivación desde el idealismo platónico, que así introduce los problemas de una racionalización práctica. La peculiaridad es que la preocupación aristotélica no es la ética sino la lógica como parámetro de racionalidad; lo que, si bien crítico, ya es un avance respecto al idealismo platónico, que se dirige al ajuste epistemológico; con el establecimiento de una cosmología ya puramente realista, que así produce esa madurez del concepto original.

No sólo eso, junto a la de la ataraxia se rescata la intuición del atomismo, a partir de una mejor comprensión de la física; que si bien excesiva en su oposición a la matemática, es también una corrección legítima y pertinente. Después de todo, el desarrollo de la matemática es un fenómeno puramente pitagórico, que en ese momento es de naturaleza y función neo religiosa; y ya desde Aristóteles, la filosofía tiene un interés políticamente secularista y popular, no por gusto contrario al oligarquismo platónico. Esto se vería en la naturaleza más práctica de la física respecto a la de la matemática, que es más bien teórica; siquiera como principio, que regresa la filosofía al objeto original de los fisiologistas en la naturaleza externa de la realidad (phisis) y no su estructura o determinación interna (hipóstasis). De ese modo, la ataraxia es un fin de valor no moral sino práctico, que se centra en la naturaleza misma del Ser; a diferencia de la tradición platónica, que fija ya una norma no sujeta a esta naturaleza, en su interés político; y a diferencia también de la tradición aristotélica, aunque sea en su mayor madurez y sentido práctico. 

Comprar libros en Kindle
Es interesante este desarrollo desde la intuición de los cirenaicos a la madurez del concepto epicúreo; porque incluso establece no sólo la validez de esa intuición como principio, sino también la del ascendiente socrático; que se presta a cuestión a partir de su justificación del idealismo platónico, siquiera porque es este el que lo rescata en su propia elaboración. Al final entonces, la grosería de los cínicos es paradójicamente válida, porque apunta al sin sentido del convencionalismo platónico; que no duda en un uso perverso de la religión como instrumento político, que ya pervertirá toda la organización existencial de la cultura. La escena de la humillación de Alejandro será así paradigmática en el desdén de Diógenes, por sobre el escándalo de la Hélade; porque no importa la tutoría del mismísimo Aristóteles, la sombra que tapaba el sol era la soberbia de un niño que no podía escapar de los muslos de su amante, no importa que hiciera temblar al mundo


No comments:

Post a Comment