Monday, September 21, 2015

¿El fin del estudio de humanidades?

Por Ignacio T. Granados Herrera
Puede que no sea tan serio, o que ni siquiera sea real en esa nebulosa de la información en internet; pero parece que el ministerio japonés habría decretado una reducción de los estudios de humanidades en las universidades públicas. De ser cierto, habría comenzado un proceso que hace tiempo era predecible excepto para la soberbia de esa burocracia cultural que son los graduados de humanidades; en Japón el gobierno ha decretado el cese de estas carreras, comenzando un forcejeo con las universidades, y de pronto el futuro aterra. No se trata de aluna contradictoria fe en esos estudios, que poco aportan además de la lucha por el parasitismo gubernamental; sino que como siempre, en vez de tratarse de una adecuación de los excesos se va al otro exceso, imponiendo con ello distorsiones a la cultura. El institucionalismo universitario como lo conocemos fuera una estrategia gubernamental para salirse de la tutela religiosa; un simple movimiento táctico nacido con el tránsito al Medioevo con los merovingios, pero que ciertamente se vincula con el origen mismo tradición occidental en la antigüedad clásica; donde derivó el temprano interés científico de los fisiologistas en agudos cuestionamientos acerca del Ser, con graves implicaciones éticas.

No hay que caer en una apología que compare la frescura y la originalidad de las escuelas griegas con el fraude organizado y la mediocridad de nuestros planteles; pero hay que reconocer que incluso aquel forcejeo de las scholas palatinas con las monásticas y las catedralicias fue lo que dio fruto al Humanismo en el Medioevo. Gracias a eso y hasta la corrupción mayor del corporativismo neo feudal postmoderno, el desarrollo tecnológico consiguió anclarse en lo ético; dando así un giro singular y humano a la historia, que ha permitido la evolución política a través de los debates más complejos. Bien que desgraciadamente sólo hasta los primeros logros del feminismo, el movimiento obrero y los conflictos raciales; a partir de lo que este mismo liberalismo se ha dedicado a manipular eternamente esos mismos issues, en un chantaje que los administra y los alarga antes que resolverlos; pero cortar la fuente del debate por su corrupción antes que corregirlo es un absurdo mayor, sólo explicable en la perversidad de ese neo feudalismo que dio lugar a esa misma corrupción.

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Las scholas en general habrían surgido al interior del institucionalismo eclesiástico, con el fin de organizar la tutela religiosa de la sociedad; de ahí que este origen sea catedralicio, con ejemplos tan terribles como la reorganización de los cabildos con que el maniqueo de Hipona puso fin a la riqueza liberal de la patrística. De esta última contradicción, el que las órdenes religiosas trataran de minar este monopolio, derivando su propia influencia en el proceso; y aún que los príncipes y la aristocracia vieran la posibilidad de proveer su propia determinación trascendente de la cultura como realidad estrictamente humana. No es extraño entonces sino natural este exceso, tan propio de la sustitución funcional de la subestructura religiosa por la económica; pues en definitiva se trataría de la reorganización de la sociedad como neo feudal, bajo el señorío de las élites financieras como antes fue de las religiosas. El problema es que al momento de este bandazo del reloj de lo histórico, ya el badajo regresa del precario equilibrio, que en su fugacidad desnuda el horror que amenaza en el exceso; poniendo la esperanza no sólo en la pérdida natural de gravedad del badajo, sino también en la mano firme que simplemente lo detenga en una nueva contracción crítica; no por esa relatividad del sentido común sino por el valor absoluto de una madurez que desperece a Occidente, haciéndole abandonar el infantilismo de sus juegos.

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