Thursday, September 24, 2015

De la necesidad de una conciliación teológica en la doctrina de la liberación y su relación con el Materialismo (Frag.)

Por Ignacio T. Granados Herrera
El problema básico con la conocida teología de la liberación es que no sería teológica sino en sus alcances, como una práctica pastoral; que determinada más allá de la tradición teológica del Catolicismo, evidenciaría las graves contradicciones doctrinales del mismo respecto a su propio fundamento en la pasión de Jesús. Eso último, como el problema primero, no sería necesariamente un defecto, si ya evidenciaría las falencias de las determinaciones estructurales (éticas) provistas por el mismo; pero estas virtudes serían de valor referencial, sólo válidas para replantear la reflexión teológica, no para sustituirla, si de hecho acude para su propia justificación a estas contradicciones. Es decir, aunque en sentido opuesto, la Teología de la Liberación reproduciría el mismo defecto —e ineficacia— que el Neo realismo de Jacques Maritain; más gravemente aún,  dado que su propio valor es netamente práctico (doctrinal), y no se ocupa por tanto de su sistematización lógica.

De ahí que la contradicción sólo se ahonde, cuando esta práctica doctrinal acude justamente al Materialismo histórico para esta sistematización lógica suya; partiendo de que como fundamento lógico, el Materialismo niega la existencia de Dios y por ende los mitos fundacionales del Catolicismo. En este sentido, el problema práctico no estaría en esa negación de los mitos fundacionales del Catolicismo, sino precisamente en sus implicaciones éticas; ya que negada la Tradición como autoridad última, se niega también su legitimidad trascendente, y con ello su capacidad reflexiva para la redeterminación de la cultura como realidad en cuanto humana. Una conciliación en este sentido sólo demostraría que el Materialismo histórico sólo acude a una representación formal distinta de lo que cualquier doctrina cristiana entiende como Dios; de ahí que esta recurrencia al mismo no sea grave como principio sino en sus alcances, pero que estos sí sean graves, al revertirse sobre esa capacidad de la práctica religiosa en su función subestructural.

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