Saturday, May 2, 2015

Primero de Mayo en Cuba

Por Ignacio T. Granados Herrera
Las imágenes por la celebración del 1 de Mayo parecen seguir descorazonando al exilio cubano, que ya pasa por la experiencia traumática de la reconciliación de Estados Unidos con el país; y así siguen los discursos, que ya ni siquiera se preocupan necesariamente en cuestionar la nueva política norteamericana; sino que incluso se revuelven en el mismo trauma de su contradicción, como una condición perpetua. Sin embargo, esa habría sido siempre la característica del comportamiento político del exilio cubano; que más bien ha luchado por mantener esa estabilidad de sus contradicciones, antes que tratar seriamente de resolver el conflicto que le da lugar. No hay que malinterpretar las cosas, se parte de que todas las acciones políticas del exilio cubano son legítimas al menos en principio; pero los principios no son los fines, sino que sólo se refieren a la causa y no a una estrategia práctica de resolver la dificultad. De ahí las suspicacias, acerca de si la contradicción cubana no es más un estilo de vida que un conflicto real; incluso si esta derivación ocurre a través de la sutileza de la ingenuidad de nuestra cultura retórica, y no necesariamente como acto de cinismo consciente.

El desfile del 1 de Mayo, por su parte, no sólo no es nuevo sino que además es lógico, respondiendo a las dinámicas mismas del país; que debe conseguir una transición no traumática a un estadio distinto, pero para lo cual debe mantener su control férreo sobre toda su realidad. En ese sentido, todo ese despliegue de unidad ideológica sería más que todo vigilante, aparte de la ya conocida cultura de coerción política de ese sistema; que la quita peso a cualquier manifestación popular, incluyendo las más virulentas y agresivas, como los mítines de repudio a la oposición, y no ya estas tiernas romerías. Es decir, se trataría de evitar la espiral de acontecimientos atropellados que ocurrió en Europa oriental; no porque eso esté bien, sino porque en definitiva es un gesto propio del gobierno cubano, que es absurdo pensar que se sentencie a muerte a sí mismo. Es también lógico que la oposición exija una mayor velocidad en los cambios del país, y hasta que busque la desestabilización total del gobierno; eso es lo que la hace oposición, más allá aún de las mismas suspicacias acerca del oposicionismo como estilo de vida.

Libros en Kindle
Respecto a la descorazonadora masividad de estas celebraciones, habrá que recordar el escalofrío que nos recorrió en la celebración del último congreso de los comunistas en Rumanía; cuando ante la expectativa desatada por la glasnost y la perestroika de los soviéticos, el inmovilismo rumano se negó a cambiarse de vagón en el famoso tren de la historia; pero para tres días más tarde estremecer al mundo con la huida de Ceaucescu y su posterior encausamiento y muerte, para poner el punto final al campo socialista europeo. Eso sí, afirmar que por estas manifestaciones el castrismo late en el alma del pueblo cubano es por lo menos mezquino y simplista; reflejando sólo la frustración de quien no consigue que su propia legitimidad discursiva se traduzca en algún ascendiente real sobre el pueblo, sin pensar —o peor, ignorando a consciencia— que eso puede deberse a la ya mentada suspicacia; que siendo legítima ella misma anularía cualquier otra legitimidad, en una guerra de principios en que estos se anulan recíprocamente impidiendo de forma sistemática cualquier estrategia práctica.

No comments:

Post a Comment