Eso será particularmente visible en el caso de los intelectuales, que no derivan ganancia material directa de su trabajo; pero que igual se dedican al jineteo, aunque sea artístico, en el mismo sentido que el consumismo burgués. La diferencia estriba en que se identifican esos valores pueriles como de éxito personal, como los mismos índices del consumidor norteamericano; de modo que aquel entusiasmo ya relativo por la nueva apertura volvió a ser defraudado, como en su momento lo fuera el de la invasión de Bahía de cochinos.
Como resultado, la franja más efectiva del exilio, que es siempre la de la moderación, sigue siendo la más débil; cuando su efectividad radica precisamente en su flexibilidad y su capacidad de negociación abierta. Contra esa, en una estrategia siniestra en su eficacia, el gobierno cubano blande el escudo de un exilio extremista; que apelando como ellos a la legitimidad, por vía del suprematismo moral, no tiene posibilidades, debido a su carencia de medios de fuerza; en una contradicción estratégica, que se resuelve retóricamente, con la apelación a la vergüenza como signo de ese suprematismo moral. Sintomáticamente, ese mismo exilio extremista es acaparado por una élite artística, que se legitima en él a falta de valores propios; amparados en el subjetivismo y la llamada crítica impresionista, con los que la prensa ha contribuido a la manipulación de las masas populares.
Está claro también que la facción más extrema de toda tendencia es valiosa y funcional, no sólo legítima; en tanto es la que consigue presionar con su actitud militante, hasta el condicionamiento de los poderes convencionales. Eso, sin embargo, mientras mantenga sus lazos con las facciones más moderadas; que son capaces en ello de negociar efectivamente, con la ampliación de ese condicionamiento anterior. Por tanto, el crecimiento de esa falsa élite intelectual y artística, no hace sino desaguar los esfuerzos de esa militancia; a la que manipula con su retórica, subordinándola —ingenua o malévolamente— a los intereses del poder convencional.
Vale acotar que esto no preconiza una alianza de esa militancia extrema con sectores moderados, que es absurda por disfuncional; sino un reconocimiento de especialidad funcional, por el que la reflexión artística se desarrolle en forma independiente, sujeta a la individualidad de los artistas; no a la retórica con que los mismos pueden manipular en beneficio propio estas necesidades de la militancia política, como de hecho ocurre en Cuba; en lo que puede rastrearse en el exilio cubano, a traves de las organizaciones y eventos con que replican a los del gobierno al que se oponen. La prueba de esta manipulación sistemática estaría en la identificación comprometida de este exilio con el partido republicano; alegando una tradición, que no alcanza a ocultar la traición permanente de la única élite a la que pertenecen, y que es la política; como funcionarios encargados de administrar los intereses de las oligarquías, que es la única clase a la que representan.
Frente a todo eso, como a los mismos problemas tanto de Cuba como de Estados Unidos, la solución reside en la plenitud individual; que es en definitiva la función por la que el capitalismo dio paso a la Modernidad, saboteado por el neoliberalismo, como doctrina diseñada que falsea en su corporativismo medieval todo el sistema. Puesto en perspectiva, se aceptará incluso que la llamada economía socialista no fue sino un capitalismo de estado; capaz de ensayar en el falso liberalismo la feudalización de las relaciones económicas , con el corporativismo.
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