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Para comenzar, está claro que la democracia es el mejor modelo político, pero sólo como principio; lo cierto es que, desde su formación a nivel popular, crear sus propias élites, por la confluencia de intereses especiales. Es por eso que, sobre todo en el caso norteamericano, la democracia hace tiempo que está secuestrada por las oligarquías; que son de hecho el gobierno más propiamente natural, en tanto se trata de la administración del poder acumulado. Cualquier otra cosa responde a una abstracción idealista e inoperante, como ha demostrado la historia; aunque la solución pasa por crear los instrumentos de auto corrección política, con el mejoramiento y no la ruptura del sistema; que es el fraude retórico en que se funda la violencia revolucionaria, intrínsecamente autocrática, y por ende neo oligárquica.
La imposibilidad de crear estos instrumentos en el caso norteamericano es lo que lo equipara funcionalmente al cubano; un modelo bipartidista, mantenido por el ministerio de propaganda virtual de sus universidades y medios de opinión pública; cuya convencionalidad, así como su capacidad de manipulación, ya debería llamar la atención. Hoy por hoy, la democracia norteamericana se resuelve en esa falsa tensión bipartidista, que funciona como monopartidista; a partir de la convención que canaliza los intereses especiales de las oligarquías en este bipartidismo. La diferencia con el caso cubano es que el elemento aglutinante es el dinero, no la fuerza coerciva; pero con los mismos efectos, en tanto se trata de la atribución de poder, y con ello de la manipulación del ego.
Lo que llama la atención es esa impunidad cubana, ante la fuerza quien se erigió como policía del mundo; y que apelado al valor e inteligencia de sus líderes, oculta lo que pasó a los otros que siguieron ese derrotero. Eso sumado a la notable ambigüedad de un líder tan abiertamente ladino y manipulador como Fidel Castro; que se alinearía a dictaduras como la de Argentina, al tiempo que alimentaba la subversión a nivel continental. La connivencia norteamericana con este esquema, sobrepasaría la simple estrategia bipolar de la guerra fría; atravesando las partidas presupuestarias con que se corrompe sistemáticamente al exilio cubano, otorgando mini feudos a su liderazgo; para revelar aquellas negociaciones que supuestamente evitaron el calentamiento de la así llamada guerra fría, tan secreta como esta otra.
Esta segunda vez ofrecía una posibilidad lateral, en el acceso no regulado del exilio a los individuos en Cuba; pues está claro que la solución al caso cubano pasa por la realización individual, con la búsqueda de la plenitud personal. En ese sentido, los cubanos habrían estado mejor situados incluso, ajenos al influjo de la manipulación periodística y la retórica política; sólo que eso mismo resultó en un simple principio y no una realidad, como el caso del modelo democrático; ya que los niveles de depauperación material y moral en la haitianización del país, los compulsa al egoísmo más feroz. (Cont.)
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