1)- Referida necesariamente al
placer, cualquier teoría del Hedonismo ha de empezar por conceptualizarlo; es
decir, entender sus funciones prácticas y puntuales, así como sus
características en general.
2)- El Placer en sí sería la medida de
satisfacción de las necesidades, indicando con ello una forma de equilibrio;
que es en lo que el Hedonismo destaca como la ética más propia de un realismo
efectivo, más que el estoicismo tradicional.
3)- Como ejemplo de lo anterior, puede
acudirse a las necesidades básicas de la función biológica; cuya insatisfacción
se manifiesta como displacer, igual que su suplemento excesivo.
5)- El estoicismo es así la ética más propia
del Idealismo, en tanto compulsa al Ser a su realización en una idea pre-establecida;
incluso si se le trata como ontología, que es lo que explica las
contradicciones de la filosofía política, incluida la cristiana.
6)- El Hedonismo, en cambio, compulsa al Ser a
su realización según la satisfacción de sus necesidades puntuales; de ahí,
primero, su naturaleza práctica, y su rechazo a toda comprensión no empírica o
individual de los problemas del Ser.
7)- En este sentido, el Hedonismo se reconoce
en la Casuística, como tradición del neo-Realismo cristiano con que los
jesuitas desarrollaron la tradición aquinista.
8)- El Hedonismo, entonces, es una ética pero
no una política, en tanto la satisfacción de las necesidades puntuales no es
programable ni rebasa nunca la esfera individual.
9)- No obstante, la naturaleza distinta de lo
humano [cultural] impone también una diferencia respecto a sus necesidades; al añadir
algunas que no por artificiales son menos necesarias, aparte de la otra
diferencia entre necesidades aparentes y reales.
10)- Como principio, entonces, las
necesidades de orden cultural son también reales en tanto propias de la
realidad cultural; pero eso sólo como principio, pues lo cultural es maleable
como realidad, dado que obtiene su consistencia [realidad] del Ser que es
cultural y lo realiza. Distinto así de la realidad en sí, que es la que otorga
consistencia al Ser en que ella misma se realiza.
11)- El Hedonismo entonces, incluso
como ética, exige la praxis como previa a su propia conceptualización; que es
el único modo en que no se corrompe políticamente con la tradición idealista,
como ha ocurrido con los diversos seudo realismos; cuyo valor ha sido únicamente
referencial, debido a la supresión histórica de un desarrollo consecuente del
Realismo, con el nominalismo implícito en todo acto de conocimiento como
abstracción formal.
12)- De ahí que cuestiones acerca de
lo propio o impropio de una ética del Hedonismo carezca de sentido; primero,
porque el Ser no tiene manera de no ser hedónico; y segundo, porque toda
elaboración en este sentido sólo tiende a distorsionar la naturaleza de estas
necesidades a satisfacer, y por ende la distinta prioridad en que han de ser
satisfechas.
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13)- De ahí también la impropiedad de
toda elaboración política del Hedonismo, que en tanto convenio de coexistencia
[poley; ciudad, y por ende colectivo] es una abstracción nominalista, que por
tanto desconoce el valor propio de estas necesidades.
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