Hillary Clinton ha salido diciendo que ella es fan de la senadora
Elizabeth Warren, y el juego sería un poco más complejo que simple oportunismo;
toda vez que se trata de la real politic, parece responder a las escondidas
negociaciones en que se reparte el poder. Después de todo, un enfrentamiento
directo entre las personalidades más vistosas del partido demócrata sería una
situación muy embarazosa para el mismo; de modo que al partido no le quedaría
más remedio que intervenir en el pugilato, comenzando las apuestas. La
negociación tiene sentido, con una anticipable e Incuestionable derrota moral
de Hillary ante la Warren, esta estaría demasiado a la izquierda para el miedo
al socialismo de los norteamericanos; de modo que el partido se quedaría con un
candidato ideológicamente puro pero políticamente inviable, y luego de la renuencia
hasta de los mismos demócratas con la piel de Obama no le deben quedar muchos
deseos de jugar al llanero solitario. La propuesta del tiket Hillary-Warren
parece poco probable también, pues es riesgoso proponer una fórmula de dos mujeres;
ya la de una sola, que sería Comandanta en jefa —sin haber ido a una guerra
además— es fuerte de por sí, y todos deben estar asustados después de ocho años
de tiro al negro. Así que esa propuesta debe ser una señal del partido dando la
arrancada a las negociaciones, cuyo mejor escondite es la apariencia de debate
público; pero como en las peleas de boxeo, donde los apostadores sobornan a los
mánagers, que no hay que olvidar que se trata de la real politic. Por el
momento pocos se dejan engañar por el populismo de una Clinton que hoy exagera
su anti neoliberalismo; como si la gente no recordara su propio servicio como
senadora por New York, cuando vendió la idea de la reforma de salud —que tanto
defendiera como primera dama— a los HMO's; o hasta el fervor economicista de su
esposo, cuya prosperidad ocultó su desmantelamiento progresivo de las
regulaciones comerciales y bancarias.