Tuesday, December 22, 2015

Dificultad del Epicureísmo (papeles)

Por Ignacio T. Granados Herrera

Mucho se han criticado las distorsiones y hasta la abierta difamación y censura del epicureísmo, que era denostado ya desde los días del jardín; sin embargo, eso supone que ducha oposición comprendía las enseñanzas de Epicuro y —con razón o sin ella— simplemente las rechazaba, lo que ya es excesivo. En realidad, y en tanto fenómeno propiamente cultural,  la filosofía estaría sujeta al desarrollo de la cultura; en una correspondencia incluso sincrónica, a la que sujeta su propio desarrollo, como parte o hasta expresión que es de la misma. Más aún que al fenómeno puntual o histórico de las escuelas, el problema se referiría entonces al de la sensibilidad para el conocimiento que preconizan;  y que ya es determinado políticamente por ese desarrollo general de la cultura, que lo hace factible o no. Antes aún que el epicureísmo, el surgimiento mismo de la filosofía significaría el de un movimiento en este sentido; que sólo se concretaría en la Modernidad, dado que sus relaciones económicas la resolverían en favor del individualismo antes que  las del corporativismo antiguo; que habría sido lo que resolvía la religión, en la institucionalidad de la estructura política de la sociedad, y eso con sus propios problemas; como se vería en la difícil evolución al monoteísmo, revertida en el caso egipcio e imposible en la Grecia clásica por su falta de arraigo en una práctica tradicional del conocimiento.

De hecho sería esta peculiaridad la que imponga el surgimiento de la filosofía como esa práctica en una nueva tradición; como una aplicación singular del principio del éxodo o la hégira, que en el caso egipcio resolvió la evolución con una fundación original como la de la cultura judía; circunvalando así la extrema dificultad política del institucionalismo tradicional, como de hecho venía haciendo desde la salida de Abraham desde Ur. En el caso griego, no existía esa institucionalidad con un valor político efectivo, pero sí la práctica religiosa del conocimiento como tradición; por lo que la evolución se resuelve con sólo disociar esa práctica de la propiamente religiosa, posible también gracias a la evolución previa de esa cultura; que lejos de resolverse en el modelo absoluto habitual, debido a su propia excepcionalidad, era de carácter más secular. No hay que confundirse en esto, pues el estado como máxima institución política en la Grecia clásica sólo es débil relativamente; con lo que no es tan dependiente de la otra institucionalidad de la religión, pero igual tiene su propia tendencia absolutista, como recuerda toda la historia política griega.

En cualquier caso, aún si resuelta en un modelo excepcional de responsabilidades individuales, la cultura griega es también corporativista; en el sentido de que ese individualismo no es todavía maduro ni suficiente, por su propia dependencia de unas relaciones económicas que aún no habían evolucionado a la excelencia del capitalismo industrial. De ahí que incluso el desarrollo del fisiologismo fuera elitista y minoritario, en el interés de unos pocos individuos; que deberán enfrentar el mismo nivel de dificultad por parte de las instituciones que el de Akenatón de Egipto frente al sacerdocio tebano. Igual que ese hay muchos otros ejemplos, como el ya mencionado de Abraham en Ur, el de los cristianos en Jerusalem y el de Mahoma en la Meca; que confluyen en el principio de que nadie es profeta en su tierra, porque nadie puede superar la función centrípeta en que se organiza la sociedad en relaciones estructurales.

De ahí el problema del epicureísmo en su contexto, que aun siendo de sensibilidad cognitiva se refiere a la factibilidad política; porque se trata de las posibilidades concretas para su realización en ese contexto suyo, y que escapan a la voluntad. Eso pareciera suponer una suerte de determinismo materialista, pero es sólo el aspecto en que el Materialismo funciona como un seudo realismo; ya que en verdad los fenómenos se realizarían en esta relación de su propia fuerza —espíritu o voluntad— en relación con sus propias condiciones, y no en uno u otro aspecto por separado. De ahí que en su momento el epicureísmo fuera no sólo escandaloso por la novedad, sino incluso peligroso por sus implicaciones; ya que sin el respaldo de un capitalismo suficiente como el industrialista moderno, el individualismo que preconiza habría podido dañar efectivamente el tejido político. Aún, estos desarrollos son además diacrónicos, pues sólo se sincronizan en su propia naturaleza cultural y no entre sí; por lo que el proceso estaría siempre sujeto a otras muchas dificultades, como la que supuso el triunfo del modelo corporativista religioso, bajo la tradición idealista; de modo que el atomismo político epicúreo no habría conseguido sobreponerse al corporativismo tradicional, incluso si sí lo consiguiera en el conocimiento y desarrollo de la física; que era en definitiva el interés fundacional del fisiologismo, reversible entonces en la restructuración política de la sociedad, a conseguir más paulatinamente.

De la destrucción del proletariado
En ese sentido, y como muestra de los desarrollos retorcidos de la misma dialéctica histórica, las referencias marxistas al atomismo epicúreo son reductivas y falaces; pues se dirigen a justificar su concepto de Materia, que es idealista en su propia naturaleza conceptual y absoluta; no el de la determinación política de la realidad, reducida a ese concepto de materia y su consiguiente determinación económica. En cuanto a la necesidad de una restructuración política de la sociedad, sería más factible luego de la distorsión definitiva del capitalismo, evolucionando de industrial a corporativo; ya que como si mismo nombre indica, eso significa una regresión al corporativismo antiguo; sólo que esta vez en detrimento de la sociedad, al atentar contra el desarrollo pleno del individuo, cuando ya la base económica admite y hasta exige esa apoteosis individual; como una forma singular y ya excelente de relación del hombre con la realidad, en su propio equilibrio inmano trascendente.

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