Wednesday, January 14, 2015

Un fantasma vuelve a recorrer el mundo, o de cómo se conforma el neo-proletariado

Ahora que el neoliberalismo reveló su falencia, las élites corporativas siguen blandiendo el fantasma del socialismo que una vez recorrió el mundo; nos repiten sus slogans contra la economía centralizada, que no es necesariamente planificada sino que se basa en la regulación. Por todo ello convendría recordar un par de detalles históricos, pues las relaciones económicas tienen poder de determinación cultural; lo que significa que tienen un valor antropológico, dado por su función (política) en la estructura social, y nada como la historia para aclarar confusiones. Por ejemplo, con una perspectiva histórica, estaría claro que el auge corporativo es una situación de neo feudalismo; en el que las élites financieras reproducen la contradicción típica entre el poder central y la atomización de las uni8dades de producción, dada como una relación dinámica entre el rey y la nobleza; que además es de carácter rural, en el sentido de que se desarrolla en dirección opuesta al metropolitanismo de la corona como representación del gobierno central. Eso, para un sorprendente ejemplo, habría sido lo que debilitó la unidad del imperio romano; al fraccionarlo en unidades de producción separadas y autónomas —como son las corporaciones hoy día—, al mando directo del Señor del feudo, que tenía una función de administrador militar (Dux). 

La lucha constante por evitar la concentración de tierra en grandes latifundios —como la economía contemporánea— fue lo que evitó la desintegración del imperio en Oriente; aunque eso ha pasado largamente desapercibido, ya que no se le relaciona como el mismo imperio romano, sólo que con base bizantina. Al margen mismo del imperio en Oriente, la historia de los reinos occidentales repite la misma dinámica; con una nobleza normalmente enfrentada al rey, en su lucha por descentralizar el poder, redundando en una relación de vasallaje con el pueblo. Una dinámica que sólo se revierte en cuanto la fortaleza del rey, como figura de poder central, es la que concentra la soberanía de los ciudadanos; en lo que la sociedad contemporánea identificaría al gobierno centralizado en la troika de los poderes institucionales —legislativo, ejecutivo y judicial—, y a la nobleza en las élites financieras, que suelen manejar la provisión del estado y constituirse como barones de la guerra. Curiosamente, en la historia tradicional, la nobleza se ha apuntado victorias engorrosas para el pueblo; cuando logra imponer un rey débil o plegado a sus intereses, que puede llegar a ser un representante de esos intereses mismos suyos; y lo mismo por ser un partícipe natural de la misma, como la dinastía Busch, que un allegado, como la Clinton. 

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En cada caso, es la convención extrema de los poderes tradicionales, de base culturalista y opuestos a la institucionalización; aunque actúen legitimándose en esa institucionalidad, ya que carecen de la legitimidad directa emanada de los ciudadanos. Es, nuevamente en todo caso, el regreso del viejo fantasma del socialismo, que no ha sido nunca el del comunismo; porque aunque el comunismo fuera la pretensión su valor es sólo retórico y/o referencial, ya que es un horizonte y no un lugar. El socialismo entonces, es el fantasma que regresa según la nobleza neo feudal que necesita quebrar a la clase media; porque en ella, como máxima expresión de una ciudadanía desarrollada, reside la soberanía con poder de legitimación real, en el consenso democrático. Es por eso que no más arribada al poder, la nobleza comienza el proceso de su desmantelamiento; transfiriendo las funciones metropolitanas a los feudos del mundo corporativo, en una regulación que afecta directamente a la clase media, con su depauperación paulatina.

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