Las imágenes por la celebración del 1 de Mayo
parecen seguir descorazonando al exilio cubano, que ya pasa por la experiencia traumática
de la reconciliación de Estados Unidos con el país; y así siguen los discursos,
que ya ni siquiera se preocupan necesariamente en cuestionar la nueva política
norteamericana; sino que incluso se revuelven en el mismo trauma de su
contradicción, como una condición perpetua. Sin embargo, esa habría sido
siempre la característica del comportamiento político del exilio cubano; que
más bien ha luchado por mantener esa estabilidad de sus contradicciones, antes
que tratar seriamente de resolver el conflicto que le da lugar. No hay que
malinterpretar las cosas, se parte de que todas las acciones políticas del
exilio cubano son legítimas al menos en principio; pero los principios no son
los fines, sino que sólo se refieren a la causa y no a una estrategia práctica
de resolver la dificultad. De ahí las suspicacias, acerca de si la
contradicción cubana no es más un estilo de vida que un conflicto real; incluso
si esta derivación ocurre a través de la sutileza de la ingenuidad de nuestra
cultura retórica, y no necesariamente como acto de cinismo consciente.
El desfile del 1 de Mayo, por su parte, no sólo
no es nuevo sino que además es lógico, respondiendo a las dinámicas mismas del
país; que debe conseguir una transición no traumática a un estadio distinto,
pero para lo cual debe mantener su control férreo sobre toda su realidad. En
ese sentido, todo ese despliegue de unidad ideológica sería más que todo vigilante,
aparte de la ya conocida cultura de coerción política de ese sistema; que la
quita peso a cualquier manifestación popular, incluyendo las más virulentas y
agresivas, como los mítines de repudio a la oposición, y no ya estas tiernas
romerías. Es decir, se trataría de evitar la espiral de acontecimientos atropellados
que ocurrió en Europa oriental; no porque eso esté bien, sino porque en
definitiva es un gesto propio del gobierno cubano, que es absurdo pensar que se
sentencie a muerte a sí mismo. Es también lógico que la oposición exija una
mayor velocidad en los cambios del país, y hasta que busque la
desestabilización total del gobierno; eso es lo que la hace oposición, más allá
aún de las mismas suspicacias acerca del oposicionismo como estilo de vida.
Libros en Kindle |
Respecto a la descorazonadora masividad de
estas celebraciones, habrá que recordar el escalofrío que nos recorrió en la
celebración del último congreso de los comunistas en Rumanía; cuando ante la expectativa
desatada por la glasnost y la perestroika de los soviéticos, el inmovilismo
rumano se negó a cambiarse de vagón en el famoso tren de la historia; pero para
tres días más tarde estremecer al mundo con la huida de Ceaucescu y su
posterior encausamiento y muerte, para poner el punto final al campo socialista
europeo. Eso sí, afirmar que por estas manifestaciones el castrismo late en el
alma del pueblo cubano es por lo menos mezquino y simplista; reflejando sólo la
frustración de quien no consigue que su propia legitimidad discursiva se traduzca
en algún ascendiente real sobre el pueblo, sin pensar —o peor, ignorando a
consciencia— que eso puede deberse a la ya mentada suspicacia; que siendo
legítima ella misma anularía cualquier otra legitimidad, en una guerra de
principios en que estos se anulan recíprocamente impidiendo de forma
sistemática cualquier estrategia práctica.
No comments:
Post a Comment